En
términos generales los chilenos no hablamos ni bien ni mal, sólo diferentes en
relación a otros países de habla hispana. Es interesante informarse que
cualquier extranjero que nos visita, puede darse cuenta de la diversidad de
dialécticas desde Arica a Punta Arenas.
En Chile podríamos decir que la tendencia actual frente a los modos de antaño, es a desvirtuar nuestra forma de modular, nuestros tonos y timbres; aquello es lo que hoy en día a muchos de los que observamos este fenómeno no nos gusta y lo consideramos algo nocivo; claro, nos entienden o no, nadie nos repara porque ahorramos palabras, consonantes y ritmos al hablar.
Junto con el empobrecimiento de matices, la falta de modulación y expresión cuando nos comunicamos, hay tendencias a hablar con demasiados acentos y modismos diferentes, quizá ello tenga relación con esa famosa frase de la “larga y angosta franja de tierra que es Chile”, de ahí también su diversidad de su gente y forma de expresarse, además las diferencias de círculos sociales nos indican muchas veces la diferencia entre lo que sería; “-voh soy tonto-, -tú eris tonto- o -tú eres tonto-”.
En Chile podríamos decir que la tendencia actual frente a los modos de antaño, es a desvirtuar nuestra forma de modular, nuestros tonos y timbres; aquello es lo que hoy en día a muchos de los que observamos este fenómeno no nos gusta y lo consideramos algo nocivo; claro, nos entienden o no, nadie nos repara porque ahorramos palabras, consonantes y ritmos al hablar.
Junto con el empobrecimiento de matices, la falta de modulación y expresión cuando nos comunicamos, hay tendencias a hablar con demasiados acentos y modismos diferentes, quizá ello tenga relación con esa famosa frase de la “larga y angosta franja de tierra que es Chile”, de ahí también su diversidad de su gente y forma de expresarse, además las diferencias de círculos sociales nos indican muchas veces la diferencia entre lo que sería; “-voh soy tonto-, -tú eris tonto- o -tú eres tonto-”.
También destaca la costumbre que tenemos a los diminutivos del “cafecito” que nos llevan a construir personalidades “pequeñas”, o la costumbre de reemplazar palabras por animales domésticos; “ Oye galla, es que ese gallo es bien vaca, fíjate que ni siquiera aperra con su familia, sino prefiere andar ratoneando y comportándose como un gallina”.
Por
otro lado tenemos voces más graves que han adoptado las nuevas mujeres
ejecutivas, acordes a los cambios de roles que han experimentado en las últimas
décadas con la incorporación de la mujer al mundo laboral, incluso hay voces
que se dejan caracterizar dentro de los ambientes laborales, con sus códigos y
matices “Corporativos”, en fin, una gran diversidad de formas para un solo
país.
Aún
así, muchos de los observadores de este fenómeno, concordamos en que lo más
desagradable de estos estilos es la típicamente denominada VOZ DE PITO;
esa tendencia mayoritaria que hemos tenido los chilenos ya desde hace algunos
años, tanto mujeres como hombres, a hablar con cierta estridencia y
desplazarnos hacia tonos más agudos. Ejemplos simbólicos actuales en nuestra
farándula criolla son las voces de Diana Bolocco y Edmundo Varas (Amor Ciego),
quienes por un problema de desarrollo de cuerdas vocales y hábitos relacionados
con un fuerte apego a la maternidad, no logran establecer matices que nos
resulten más agradables y bien interpretados, es que todos convenimos que
seguramente sus timbres proyectan una personalidad “aguaguada, mamona y frágil”
en su forma de enfrentar la vida.
En
general, pienso, los chilenos estamos faltos de identidad en nuestras formas de
expresarnos, seguimos un poco menos inseguros como hace años, pero no tenemos
un dialecto característico general, y es más, ni siquiera nos hemos puesto a
pensar en lo importante que resulta proyectar una imagen de seguridad frente a
los demás, no tomando en cuenta lo desagradable que resulta escuchar aquellas
“Voces de Pito” que muchas veces nos pueden hacer perder la oportunidad de
llegar a quienes nos importa transmitir nuestras ideas y sentimientos..un
abrazo !!!.-